Si seguir un régimen de belleza diario es de vital importancia a la hora de disfrutar de una piel lo más cuidada y saludable posible, la exfoliación es uno de los métodos que, semanalmente, deberíamos también seguir. Descubre más sobre el exfoliante, qué es y para qué sirve.
Es posible que no pienses mucho en lo esencial que es mantener un régimen de belleza específico, diseñado en exclusiva según tu tipo de cutis. Pero la verdad es que deberías hacerlo.
La piel es el órgano más extenso de nuestro cuerpo, y trabaja “duro” cada día para protegernos de los elementos externos dañinos, como impurezas, polvo y suciedad, contaminación ambiental y, sobre todo, infinidad de gérmenes.
Como resultado de su acción protectora, tan importante aunque en ocasiones no nos acordemos de ello, la piel sufre daños, lesiones, erosiones y muchos otros efectos negativos.
De ahí que cuidar nuestra piel, y desarrollar una rutina de cuidado sea de vital importancia, porque puede ser de muchísima utilidad para que pueda llevar a cabo sus funciones mejor, y por más tiempo.
Como señalan los expertos, especialmente al principio (sobre todo cuando no disponemos de mucha experiencia), siempre que intentemos algo nuevo, es muchísimo más aconsejable empezar con una práctica que sea económica de implementar, y lo más simple o sencilla posible.
Este mismo principio se aplica a la rutina facial. Pero, especialmente cuando empezamos, al menos debemos seguir una rutina mínima, apta para todas las edades, que incluya siempre la limpieza y la hidratación.
Llegados a este punto, es cierto que en el proceso de limpieza facial podemos encontrarnos con un producto efectivo realmente interesante, que puede ser de muchísima utilidad a la hora de limpiar y pulir la piel al máximo: la exfoliación.
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¿Qué es un exfoliante? ¿En qué consiste la exfoliación?
Antes de descubrir qué es y en qué consiste un exfoliante, debemos entender qué ocurre en nuestra piel como para que sea tan esencial su aplicación.
Nuestra epidermis se descama todos los días. Podríamos pensar que está sana hoy, pero la realidad es que las células se desprenden a cada momento. Se trata, es verdad, de un proceso invisible, que no se puede apreciar ni ver a simple vista. Pero que ocurre cada día.
Y, en este sentido, sabemos que la piel tiende a renovarse en ciclos de 21 días. Esto significa que las células “viejas” mueren y son finalmente reemplazadas por células “jóvenes”. Pero puede ocurrir que, de repente, este proceso se enlentezca.
Es aquí cuando nos encontramos con los beneficios de usar un exfoliante de forma regular.
La exfoliación consiste en el proceso de eliminar las células muertas de la epidermis, mediante el uso de una sustancia química, granular o una herramienta de exfoliación que haga todo el proceso.
¿Para qué sirve un exfoliante?
Como hemos visto, la exfoliación es un gesto de belleza que completa la limpieza de la piel al máximo. Debido a ello se trata de un tratamiento por derecho propio, que contribuye a la salud y belleza tanto de nuestro rostro como del cuerpo en general (en especial cuando usamos un exfoliante corporal).
Pero, ¿qué beneficios puede llegar a ofrecernos cuando lo hacemos regularmente, siguiendo siempre las indicaciones de los especialistas?
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Ayuda a eliminar las células muertas
Como vimos en el apartado anterior, aunque la piel se renueva constantemente cada cierto tiempo, eso no significa que este proceso de renovación sea cien por cien eficaz. Al contrario, a medida que vamos cumpliendo años, lo más común es que este proceso se vuelva incompleto, o se ralentice.
Como resultado, empiezan a acumularse muchas células muertas, impurezas y suciedad, que es aconsejable eliminar, ya que, de lo contrario, podrían taponar los poros, generar espinillas y puntos negros y, cuando pasa el tiempo, formar áreas resecas sin luminosidad ni brillo.
De hecho, las consecuencias pueden ir incluso más allá de lo que podríamos pensar, ya que no solo embotan la tez, también pueden acentuar las líneas finas y arrugas, dando la sensación de tener la tez aún más envejecida. En definitiva, favorecen la aparición de imperfecciones.
De ahí que el uso regular de un exfoliante sea muy útil para eliminar las células muertas que, al final, se han terminado acumulando.
Así, gracias a sus granos exfoliantes (en el caso de la exfoliación mecánica), o a su acción enzimática (en caso de la exfoliación química), levanta y afloja las células muertas que, posteriormente, desaparecerán de la epidermis con la ayuda del aclarado.
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Activa la microcirculación cutánea
Gracias a los movimientos circulares que realizamos cada vez que aplicamos el exfoliante sobre el rostro, conseguimos una mejor microcirculación y la oxigenación de la epidermis.
Como veremos, esto a su vez estimula la regeneración celular, la cual acaba volviéndose muchísimo más eficiente y rápida.
Debemos recordar que mantener una buena circulación sanguínea es útil para el proceso de curación y el transporte de nutrientes a las diferentes células.
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Promueve una mejor regeneración celular
Para poder regenerarse de la forma más adecuada y completa posible, la piel necesita deshacerse de células “viejas”, y de todas aquellas impurezas que, a fin de cuentas, le impiden respirar adecuadamente.
Sin la exfoliación regular, la renovación celular simplemente es más lenta y menos eficiente. Por lo que, al igual que la conocida técnica de la doble limpieza, el exfoliante promueve la producción de células nuevas, muchísimo más jóvenes y, sobre todo, saludables.
Y es que una buena regeneración celular es tremendamente útil a la hora de mantener la tez joven, aumentando su protección y efectividad a la hora de protegerse contra los radicales libres (relacionados con el envejecimiento prematuro) y las agresiones externas.
Mejora el aspecto de la piel
Y, finalmente, llegamos al último de los beneficios: gracias a sus distintas acciones, el exfoliante ejerce efectos visibles en la dermis, que se pueden ver a simple vista.
Siempre y cuando no nos excedamos, y sigamos las recomendaciones del fabricante del exfoliante que estemos usando en todo momento, ayuda a que la tez se vuelva más fresca y luminosa, más tersa y firme.
No en vano, la textura se afina y, al poco, se empiezan a observar menos imperfecciones. Y, al final, los distintos signos de la edad (líneas de expresión y arrugas, principalmente) se reducen, consiguiendo con ello una tez joven y perfectamente saludable.
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¿El exfoliante es apto para todo tipo de piel?
Lo cierto es que sí, todos los tipos de cutis pueden beneficiarse de las diferentes propiedades que nos proporciona la exfoliación. Incluso las sensibles, reactivas o secas.
Eso sí, al igual que ocurre con cualquier otro producto, es de vital importancia elegirlo en función del tipo de dermis que tengamos.
Las normales, no hay duda, tienen muchas opciones para elegir. Por lo general, todos los exfoliantes son adecuados, siempre y cuando sean suaves y no demasiado agresivos.
Si tienes la tez seca, lo mejor es optar por un tratamiento exfoliante que, a la vez, sea hidratante y nutritivo. Es preferible en estos casos optar por granos finos asociados a ingredientes naturales, como la manteca de karité o los aceites vegetales.
Si tienes la tez mixta o grasa, es ideal optar por un exfoliante con acción purificante. Y es que, además de destapar los poros y eliminar las impurezas, combatirá las imperfecciones, absorberá el exceso de sebo y limpiará la piel en profundidad.
Pero, en este último caso, debemos tener especial cuidado, puesto que un producto demasiado agresivo estimulará las glándulas sebáceas, aumentando la producción de sebo.
¿Y en caso de tener la piel muy sensible o reactiva? En estos casos es mejor optar por exfoliantes químicos, enzimáticos, o con activos calmantes, como ciertos aceites esenciales o con arcilla blanca, que actuarán calmando.
¿Te ha gustado nuestra guía sobre el exfoliante: qué es y para qué sirve? No te olvides escoger siempre el más adecuado en función del tipo de piel que tengas.