Un verdadero impulso de belleza, es cierto que la exfoliación es muy útil para liberar la epidermis de la molesta acumulación de células muertas, las cuales pueden generar áreas y parches secos. Pero, ¿cómo exfoliar el rostro? No te pierdas todas las claves.
La exfoliación consiste en realidad en un principio de belleza muy antiguo. Tanto, que hace 2.000 años, Cleopatra se bañó en leche con la finalidad de iluminar su piel, con una combinación de vino, miel y jugo de limón.
Además, tanto en Oriente Medio como en Marruecos, la exfoliación corporal ha formado parte de los rituales de belleza de las mujeres durante años.
Podemos mencionar, por ejemplo, el ritual de purificación más sagrado de Marruecos, consistente en una exfoliación con jabón negro, un potente exfoliante que elimina las toxinas y activa la regeneración de las células.
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¿Qué beneficios nos ofrece la exfoliación?
Antes de explicarte paso a paso cómo deberías exfoliar, es necesario tener en cuenta que nos encontramos ante un gesto de belleza esencial, especialmente desde la perspectiva de la salud general de la piel.
¿Por qué? Muy sencillo: principalmente porque la exfoliación permite que la piel respire gracias a una mejor oxigenación, que se renueve y que, finalmente, pueda absorber mejor las cremas hidratantes y otros principios activos que se incluyan en el resto de productos cosméticos.
No debemos olvidarnos que la exfoliación promueve la renovación regular y uniforme de la capa córnea, permitiendo con ello una mejor penetración de los productos que formen parte del régimen de belleza.
Se convierte, en cierto modo, en una desintoxicación y en un proceso de limpieza más completa que la limpieza facial que aplicamos diariamente, aunque es conveniente seguirla dos o tres veces a la semana como mucho.
Así, es muy habitual encontrarnos con que las pieles no exfoliadas tiendan a ser aquellas cuyos poros pueden llegar a obstruirse rápidamente, lo que puede originar un incremento de los brotes de acné.
No solo eso, es común que la contaminación ambiental, el sebo y las impurezas acaben permaneciendo en la superficie, evitando que la tez recupere su frescura, luminosidad y juventud naturales.
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Escogiendo el producto más adecuado
No hay duda, antes de comenzar con cualquier proceso o método de exfoliación, y de integrarla en nuestra rutina de belleza, es importante escoger el exfoliante más adecuado en función de nuestro tipo de cutis.
Se trata, de hecho, de un paso fundamental a la hora de evitar que el exfoliante pueda producir espinillas, irritación o enrojecimiento, algo muy habitual cuando no escogemos el producto adecuado, apto para nuestra dermis.
Es posible escoger entre exfoliantes mecánicos, provistos de granos y otros elementos suavemente abrasivos (como bolas de jojoba, perlas de cera o semillas de albaricoque).
O algo más natural como estos ingredientes que te recomendamos aquí.
Son útiles para ayudar a desprender las células muertas gracias al efecto ejercido por la fricción manual. Eso sí, es una opción idealmente reservada para pieles grasas y mixtas.
También podemos optar por un exfoliante químico. A diferencia de los anteriores, en esta ocasión no encontraremos perlas o elementos abrasivos, sino ácidos (generalmente alfa-hidroxiácidos o beta-hidroxiácidos), que se encargan de actuar eliminando las impurezas de forma química, sin frotar.
Esta última opción suele ser también conocida como exfoliantes enzimáticos, y suelen ser tan suaves como perfectos para pieles delicadas.
La importancia de la hidratación después de la exfoliación
Debemos recordar que, durante el proceso de exfoliación, este método tiende a eliminar las células muertas que se han ido acumulando en la epidermis. Pero no solo eso, también su película hidrolipídica naturalmente presente en esta área.
Debido a ello, es fundamental hidratar la tez inmediatamente después de la exfoliación, preferiblemente con una buena crema hidratante, que contenga preferiblemente ingredientes de calidad, de origen natural, y presentes en concentraciones elevadas.
Y es que, perfectamente libre de impurezas, la piel estará lista para recibir mejor el resto de tratamientos que pueden formar parte de la rutina, por lo que, como señalan algunos dermatólogos, no dudes incluso en alargar el momento de la rutina con la aplicación, por ejemplo, de una buena mascarilla facial.
Cómo debes exfoliar tu piel paso a paso
El primer paso: agua tibia
En este primer paso necesitarás una cacerola con agua, una toalla de algodón limpia, un poco de aceite de oliva y una bolita de algodón. Es, en realidad, tan rápido como sencillo.
Y es que ¿sabías que el agua tibia ayuda a abrir los poros de la cara? Solo debes calentar un poco de agua en una cacerola al fuego y, cuando empiece a soltar vapor, acercar nuestra cara a la cacerola con cuidado de no quemarnos.
Seguidamente, nos cubrimos la cabeza con la toalla, durante 30 minutos como máximo. El vapor nos relajará, mientras que dará comienzo el proceso de exfoliación, al dejar la piel lista.
El segundo paso: limpieza
Una vez hemos abierto los poros con la ayuda del agua tibia, ahora la suciedad incrustada en los poros del rostro será más visible, pudiendo eliminarlo sin dolor.
Con la ayuda de un disco de algodón aplica un poco de limpiador facial, lo que reforzará las cualidades del exfoliante, ya que prepararemos la piel aún más.
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El tercer paso: la exfoliación
Llegamos ahora al momento que más nos interesa: el momento de la exfoliación.
Aunque puede bastar con algunos productos naturales, como la miel, el aceite de oliva, y el jugo de limón, no hay duda que es preferible escoger un exfoliante profesional, elaborado por una marca con experiencia.
En este caso te recomiendo el Peeling AHA de Nezeni Cosmetics, un exfoliante químico muy suave que contiene ácido láctico, 5 extractos botánicos ricos en alfa-hidroxiácidos, y polihidroxiácidos, que es la nueva generación de exfoliantes.
En cualquier caso, y una vez hayas escogido tu exfoliante favorito, procedemos a aplicarlo sobre el rostro con suma delicadeza, teniendo especial cuidado con el contorno de los ojos.
Recuerda que lo aconsejable es hacerlo una a dos veces por semana (sin abusar, para evitar daños innecesarios a la epidermis).
El cuarto paso: la hidratación
Dado que la exfoliación es de muchísima ayuda a la hora de preparar la piel, haciéndola más receptiva al resto de productos que usemos después, no hay duda que, luego del exfoliante, llegamos al momento ideal para aplicarnos una mascarilla facial.
En caso contrario, puedes optar por un sérum facial, que es un producto formulado con ingredientes activos altamente concentrados, de manera que con muy poca cantidad tendremos más que suficiente.
Ahora continuamos con nuestra crema antiedad, extendiendo el producto con movimientos suaves. Y seguimos con la crema hidratante, ideal para humectar, hidratar, suavizar, calmar y, finalmente, proteger la piel exfoliada.
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Otros consejos útiles a tener en cuenta
Además de descubrir cómo debes exfoliar de la forma más correcta posible, es conveniente prestar atención a otros consejos que pueden ayudar muchísimo a la hora de conseguir los mejores resultados. Toma nota:
- Mejor por la noche: Es aconsejable y preferible la exfoliación nocturna por varias razones. Principalmente porque la piel se encuentra más activa. Y porque, sobre todo, por la noche se repara y se regenera, por lo que se acelera la renovación y la descamación epidérmica.
- Protección solar: Dado que la exfoliación puede debilitar la piel, es conveniente utilizar un buen protector solar con un FPS mínimo de 30 en todo momento, incluso aunque la exfoliación se lleve a cabo por la noche.
- Hidratación: Es cierto que el uso de una mascarilla hidratante después de la exfoliación puede ofrecer aún más beneficios si cabe, ya que permite a la piel regenerarse e hidratante, especialmente en un momento en el que es mucho más receptiva.
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¿Te ha gustado nuestra guía sobre cómo exfoliar la piel del rostro: todas las claves? Si es así, no te olvides de usar siempre productos para el cuidado facial de calidad, completos y, sobre todo, efectivos.