Cualquier tipo de piel necesita seguir una rutina facial. Y en lo que se refiere al uso de la mascarilla ideal, es clave conocer los ingredientes que han sido utilizados en su elaboración, y sobre todo, cómo aplicarlos correctamente.
¿Qué mascarilla facial necesito dependiendo de mi tipo de piel? Te lo explicamos.
Las mascarillas se utilizan sobre todo a la hora de conseguir que la piel luzca mucho más joven y saludable, y actúan precisamente mejorando la circulación, estimulando la propia producción de nuevo colágeno, hidratando, además de reducir y disminuir el tamaño de los poros.
Dado que, con el paso del tiempo, la piel se vuelve ligeramente más flácida y suelta, las mascarillas son utilizadas a menudo para ayudar a tensar, minimizando con ello las líneas finas y arrugas. Así, cuando deseamos lucir una tez más joven, radiante y tersa, no hay duda que tenemos el producto adecuado.
Eso sí, aunque todas pueden parecer similares, lo cierto es que cada mascarilla facial presenta una serie de características propias, que las hacen ligeramente diferentes no solo en lo que a su composición se refiere, sino también a los beneficios que proporciona.
Y llegamos al punto que nos ocupa: en función de los ingredientes activos que encontremos en su composición, podremos encontrarnos con que se trata de una opción útil para nuestra piel, o no.
Tipos de mascarillas faciales según los ingredientes
Dependiendo del tipo que usemos, la densidad será evidentemente diferente. Por ejemplo, una mascarilla sólida normalmente presentará una consistencia en forma de gel o pasta, mientras que la presentada en un envase de tubo será un poco más líquida.
A su vez, su densidad tendrá relación con los ingredientes y partículas que encontramos en su composición, que son los principios activos que aplicaremos sobre nuestro rostro con la finalidad de hidratar.
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También podemos mencionar las de tipo polvo, que suelen contener cáscaras de huevo trituradas o ingredientes ligeramente exfoliantes, como minerales y ceniza volcánicas, las cuales se utilizan a su vez a la hora de exfoliar.
Sin embargo, en el caso de las mascarillas en forma de gel, como es lógico imaginar, suelen presentar una consistencia evidentemente gelificada, haciéndolas un poco más firmes.
En cualquier caso, es cierto que lo que marca el hecho de que un determinado producto pueda ser o no apto para nosotros, y para nuestro tipo de piel en concreto, tendrá una relación directa con los ingredientes activos usados en su composición.
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¿Cuál es más adecuada para mi tipo de piel?
Para pieles grasas
Si tienes la tez grasa, es evidente que necesitarás una mascarilla con cualidades matificantes, lo que significa que ayuda a disminuir ese exceso de brillo tan particular en este tipo de dermis.
En este sentido, la arcilla es ideal. Es cierto que existen muchas arcillas distintas entre las que podemos elegir: rosa, verde (bentonita), blanca o incluso negra. Es cierto que cualquiera funcionará y será de muchísima utilidad.
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¿Y por qué son particularmente tan interesantes en este caso? Porque ayudan a extraer agentes tóxicos de la piel, así como el exceso de grasa y de impurezas, que a la larga pueden ocasionar la aparición de poros obstruidos.
Además, ayudan a absorber todo ese aceite extra mientras que proporcionamos a la piel una serie de minerales nutritivos interesantes.
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Para la tez normal y mixta
En caso de que tengas la piel mixta, es bastante evidente que sueles tener algunos problemas a la hora de dar con el producto perfecto para ti. Y es que debes trabajar con una combinación de ingredientes humectantes naturales y nutritivos, pero que no tengan mucho efecto sobre los aceites naturales.
En este sentido, sería de utilidad lo que se conoce como multimasking.
En este caso, las mascarillas con miel pueden ser particularmente interesantes, puesto que se trata de un ingrediente activo repleto de minerales y otros nutrientes únicos.
Además, no solo ayuda a brindar una sensación relajante tremendamente agradable, sino que es de muchísima utilidad a la hora de aumentar al máximo la hidratación de la piel.
También pueden ser de utilidad el polvo de cúrcuma, o con té verde, por su elevadísimo contenido en nutrientes esenciales y, sobre todo, en antioxidantes naturales.
Para cutis secos
En caso de que tengas la piel seca, es normal que lo sepas porque sus síntomas, es cierto, tienden a ser bastante claros y evidentes, ya que tiende a pelarse fácilmente, y al tacto suele sentirse áspera y reseca.
En estos casos, es sumamente útil optar por mascarillas faciales con ingredientes altamente humectantes y nutritivos, como podría ser el caso de la cera de abejas, que proporcionan cualidades hidratantes y humectantes únicas.
Lo mismo ocurre con el ácido hialurónico, que ayuda positivamente a la hora de humectar la epidermis, atrayendo la humedad naturalmente presente en el ambiente hacia sí.
Pero también existen otros ingredientes activos útiles como el té verde, que proporciona excelentes cualidades antioxidantes, útil por tanto a la hora de evitar el estrés oxidativo y reducir la acción de los radicales libres, que comúnmente se tiende a asociar al envejecimiento prematuro.
Lo mismo ocurre con la cafeína, que aplicado en forma granulosa puede proporcionar incluso cualidades exfoliantes, por lo que podría ayudar a la hora de retirar las impurezas y las células envejecidas.
Encontrarás todos estos ingredientes en nuestra selección de las mejores mascarillas para la cara.
Y tú, ahora que sabes qué mascarilla facial necesitas según tipo de piel, ¿te animas a aplicarla e integrarla en tu rutina de cuidado de la piel? Sus beneficios, no hay duda, serán tan interesantes como únicos.